De la reflexión en tiempos irreflexivos.

Este es un artículo que hemos escrito entre Ligia y Virginia; cada blog tiene una mitad, aunque fue escrito totalmente en conjunto y en tiempo real gracias a la magia de Google Docs. La gente pregunta qué podemos hacer, como ciudadanía, para enfrentar esta espantosa situación de violencia. Proponemos esto como primer paso: informarnos mejor; adquirir conocimientos sobre por qué y cómo hemos llegado adonde estamos y cuestionar lo que creemos saber hasta hoy. No aturre la cara, usted preguntó. Soque. No tome personal los ejemplos que hemos seleccionado, porque no son más que una representación de un discurso generalizado.

Como lo vemos, las soluciones reales implican un esfuerzo que hasta hoy no estamos acostumbrados a realizar y no, no van a generar resultados para YA. Mucho se habla de «cambiar de actitud» pero eso requiere una reorganización a nivel individual, social, jurídico, que nos pide algo más que buena voluntad. Tenemos tanto encabronamiento y miedo como usted, y exigimos justicia, ya no queremos más víctimas. Pero esto que exigimos también exige algo de nosotros. Y créanos que no sonaríamos tan contundentes si no tuviéramos la certeza de que puede funcionar; las ciencias sociales nos respaldan, wiiii. De nuevo, soque.

En la sociedad posconflicto es previsible esperar cierto nivel de violencia. Este nivel se considera normal en el marco de reorganización social, incluso se contemplan repuntes de crueldad, los cuales tendrían lugar en un periodo de hasta veinte años después de finalizado el conflicto. Esto es porque las generaciones de pequeños que vieron la crueldad de la guerra aprendieron que ese nivel de salvajismo era cotidiano y tienden a imitarle. Pero la violencia pasó a ser una respuesta contextual a una característica de las relaciones interpersonales. Es durante estos veinte años y para evitar que los mismos se prolonguen que deben tomarse medidas desde el Estado para revertirle.

En El Salvador, sin embargo, dada la estrecha relación del orden criminal con el verdadero poder económico, esta prevención no tuvo lugar en los trece años de las posguerra en que ARENA tuvo el poder gubernamental. La situación de violencia, al verse incontenible -al menos en apariencia- reventó, obviamente, al darse el cambio de gobierno. Ahora la administración Funes se ve forzada a manejar no sólo los niveles de criminalidad común de un país históricamente violento, sino a paliar la radicalización del acto criminal como el de la noche del domingo 20 de junio. Lo peor del asunto es que lo está haciendo mediocremente.

Cualquier medida que se tome dentro del mes siguiente será simplemente un paliativo. Pero en este afán de mitigación está el problema. Mitigar es tapar el sol con el dedo: se puede hacer, pero es cuestión de perspectiva. Se necesitan cambios estructurales si se pretende erradicar el problema y no simplemente cubrirlo. Para eso se requieren consultorías, voluntad, alianzas de trabajo, pero sobre todo información y cabeza fría. Dejemos un momento para enfrentar el horror del crimen. Nos saca lágrimas de impotencia, rabia, indignación. De miedo.  Seres humanos, niños y adultos, con nombre, apellidos, familias y un lugar en la sociedad, asesinados salvajemente. Mañana podríamos ser nosotros o nuestras familias.

Después del shock, queremos respuestas, por qué pasó y si podemos hacer algo. Ahora, si no se tiene mesura en medio de un momento tan crítico, la ya de por sí poco informada vox populi puede llevarnos a externar opiniones poco afortunadas y extremadamente peligrosas, especialmente cuando se hacen en el seno de un espacio público (ej. Twitter, Facebook) y en el marco de la inmediatez. Por eso recogemos algunas de las opiniones más llamativas, en buena o mala manera, e intentamos argumentar al respecto: porque es en tiempos como este en que hay que ser más cuidadosos con lo que se dice. Be careful what you wish for; you may get it.


I. Los delincuentes tienen más derechos que nosotros, los ciudadanos honrados.

Empecemos con un argumento a favor de esta idea: este año, un vigilante mató a un marero en una coaster de la 29 porque le estaba robando el celular a una mujer. La justicia persiguió al vigilante, quien atacó en legítima defensa. De ahí, y de casos similares, el miedo: «no vaya a ser que uno se quiebre a un marero porque lo zampan preso«.

Ahora, ¿De dónde viene esta impunidad del operar delictivo de las maras? Puede ser que estando ligadas al dominio de un sector geográfico, comercio de sustancias ilegales y robos, las maras sean simplemente un frente ejecutor de una actividad delictiva que viene de mucho más arriba. Proviniendo de niveles de poder más altos y seguramente con contactos dentro del sistema judicial, esto les dota de inmunidad o procesos judiciales resueltos favorablemente en un corto tiempo. Se percibe entonces que sus derechos prevalecen sobre los del ciudadano promedio. Hablamos de complicidad de las argollas de poder con el Órgano Judicial, cuestión meramente especulativa, pero no por eso menos cierta.  De cualquier otra manera, resultaría muy difícil de entender cómo un sistema con una deuda de 17 años en resolución de expedientes de homicidios es capaz de liberar a un pandillero en cuestión de seis meses.

De esta idea de los derechos se deriva la argumentación a favor de permitir la armamentización de la sociedad civil, como forma de protección ante la delincuencia. Diocuarde, este es un debate aparte (y sin embargo, lo abordamos en otro apartado, porque podemos). Ahora bien, esta impunidad es la que nos ha llevado al punto de querer mandar la Declaración Universal de los Derechos Humanos a la mierda (léalos, verá que usted a lo largo de su vida ha gozado de muchos más derechos que el prójimo de su marginal más cercana), a favor de un orden social que garantice la seguridad por medio de la represión si es necesario.

Pensamos erróneamente que derechos humanos es tratar con guantes de seda a criminales, y que no pedir que los maten es estar de su lado. Una nota sobre el funcionamiento de la mente humana: tendemos a ponerle atención a la evidencia que favorece nuestra opinión, mientras negamos o minimizamos la evidencia que la cuestiona. Dése una vuelta por la PDDH y otras instituciones que según usted sólo sirven para proteger delincuentes; pregunte qué más hacen desde sus diversos departamentos. Usted fue el que dijo que teníamos que cambiar de actitud. No hay cambio si no aprende y aprehende nada adicional a lo que ya cree saber.

II. Que vuelva la Sombra Negra/ necesitamos a otro Gral. Martínez
Somos un país con pésima retentiva en términos históricos. Desde poco después de la disolución de la República Federal de Centro América (1839), nuestra historia se ha caracterizado por Golpes de Estado y militarismo, y la mayoría ni se entera. La Historia para muchos comienza en 1980, y eso si tenemos suerte de que puedan ver tan atrás. De todas maneras, 1980 es un mal savepoint.

Con estos antecedentes, no es sorpresa que la sociedad salvadoreña tenga actitudes autoritarias. Esto lo comprobó el Instituto de Opinión Pública de la UCA – IUDOP, al realizar un estudio a nivel nacional en 1998. El artículo «El autoritarismo en la posguerra: un estudio de las actitudes de los salvadoreños» (Revista ECA, 1999, 603, pp. 95-106; o en el libro «Psicología Social de la Posguerra», 2005; ver también http://www.uca.edu.sv/shown.php?mnota=90633), de José Miguel Cruz, engloba estos resultados. El estudio de la personalidad autoritaria inició en psicología social con el nazismo, pero que quede claro que esta investigación en particular no buscaba estructuras de personalidad, sino actitudes autoritarias.

En el presente, estas actitudes se mantienen por las abrumadoras condiciones sociales en la que nos encontramos. Un entorno social amenazante generará respuestas que busquen la solución rápida y automática al peligro. Pero como dice Cruz, no podemos descartar un factor individual y un marco cultural y psicosocial (apoyado por un pobre sistema educativo) que haga que estas actitudes predominen sobre otras ante nuestra realidad. De hecho, Cruz cita al politólogo Ronald Inglehart, quien argumenta que una sociedad insatisfecha con su situación vital y política, es menos propensa a adoptar y mantener instituciones democráticas. En la investigación del IUDOP, más del 80% se mostró dispuesta a prescindir de los derechos humanos, reivindicando la ley y el orden.

Entra el Gral. Maximiliano Hernández Martínez, célebre, si no es que mítico, personaje de los años 30. Al Gral. Martínez se le reconoce haber mantenido un bajo índice delincuencial durante su gobierno, y es cierto. De esta aparente eficacia puede que nazca el clamor por medidas drásticas como la mano dura y la pena de muerte. Ahora, a qué precio: el Gral. Martínez era Ministro de Defensa cuando le dio Golpe de Estado al presidente de turno en 1931, y no dejó el poder (o lo hicieron dejarlo) hasta 13 años después, en los cuales la violencia y la tortura por parte del Estado hacia los disidentes fueron la norma. Ordenó la matanza de alrededor de 30 mil campesinos en 1932, a quienes acusaba de comunistas. Esto aparte de haber dictaminado castigos salomónicos en menor escala, como cortar la mano a los ladrones. Dato curioso, Martínez fue asesinado a machetazos por Cipriano Morales, y se cumple el refrán: el que a hierro mata, a hierro muere.

Y bué. El estudio del IUDOP encontró que los salvadoreños nos inclinamos hacia: (1) la sumisión a la autoridad: disposición a respetar y obedecer sin objeción, sobre todo a las fuentes de autoridad fundamentales; (2) la agresión autoritaria: aprobar el uso de violencia para respetar la autoridad y mantener el orden social; (3) el convencionalismo: aceptación y compromiso con las normas tradicionales…y más que el marco jurídico formal, hablamos de las «leyes divinas», o la Ley del Talión.

Creyendo en el autoritarismo como la solución más eficaz a la situación de violencia, estamos dispuestos a volver a la represión y a permitir que surjan nuevos cuerpos fuera de la ley. Fantaseamos con la lucha entre buenos y malos y con que venga un Punisher a masacrar pandilleros. Treinta y seis horas después de la quema del bus, existe ya un grupo en Facebook llamado «Sombra Negra vení»: ya no soportamos ver tanto muerto y pensar que mañana podria ser un familiar o nosotros mismo… si solo luchamos para vivir.. dejen vivir en PAZ. ¿Adivine? Si viene la Sombra Negra, va a seguir viendo más muertos. ¿Y además creer que por ser «buen ciudadano» la represión no se lo va a llevar de encuentro? En este país todos somos esquineros sospechosos.

Esto, estimado lector, se llama disonancia cognitiva. La frase «el fin justifica los medios» es peligrosa (por no decir falsa en su origen. Dicha frase no se encuentra en la obra de Maquiavelo), pero calma el conflico interno de «ya no quiero más muertos en este país pero quiero que asesinen a todos los mareros y a sus hijos». ¿Usted cree que quienes quemaron el bus con los pasajeros adentro no pensaron lo mismo, que el fin justifica los medios? Cualquier fin que tuvieran, aparentemente para ellos su medio para lograrlo estaba justificado. Recuerde esto: esa frase la puede agarrar cualquiera y usarla a conveniencia. Tal vez usted lo vea en términos de fines «buenos» y «malos», según la moral y el bienestar humano; hay otra gente que trasciende esa dicotomía y lo ve en términos de intereses.

La Sombra Negra, educandos, es un grupo paramilitar, es decir, ex-elementos de grupos armados oficialistas (ejércitos, pues) que retoman las armas y no por…¿ideales? ¿crisis nacional?…sino por dinero, y generalmente por intereses muy ligados al fascismo. En El Salvador hay estructuras paramilitares con conocida actividad desde 1994 (para hablar de las que ya no operaban bajo intereses meramente políticos) e históricamente ligada al crimen organizado/delitos de cuello blanco: lavado de dinero, incluso el sicariato. Traemos el tema a colación porque es momento de poner la cabeza fría y alejarnos un poco del tema del terrorismo y, como dijo Rafiki, «mirar más allá de lo que ves».

Suspire.

Lo del domingo fueron dos ataques sincronizados: uno actuando como mero preámbulo y el otro como el paroxismo de la ¿violencia ligada al cobro de la renta? ¿amenaza al sector transporte? ¿pronunciamiento político? ¿demostración de poder -como los cárteles-? Pueden no tener los aires románticos de las novelas colombianas que pasa el canal 2, pero por el modus operandi y la impresión que buscaba alcanzarse, nos atrevemos a decir que esto es sicariato. Y no sería la primera vez. Un sujeto comentó alguna vez que con $200 se manda a matar a alguien, sólo es cuestión de contactar a un marero equis. Si un sujeto random y, siendo honestas, misántropo, puede contactar a un marero para darle jaque a un cristiano, ¿Qué nos impide asumir que existen intereses pseudo-anónimos que persiguen precisamente causar terror?  En política, en mercadeo, en sociología, dicen que el terror es una de las armas más grandes de las que usted puede agarrarse cuando su objetivo no parece cumplirse por las buenas. Y acá no hay precisamente angelitos del Señor.  En fin, no hay nada que no sugiera o deje de sugerir que esto es obra de un comando buscando algún objetivo, desconocido -ni tanto- hasta la fecha. Por la plata baila el mono, decía Wilfrido Vargas.

Por estar fuera de la ley y extrañamente cobijados por quienes la procuran, grupos como los paramilitares o formas alternativas de sicariato utilizan la violencia a discreción; un día alguien le pone a usted el dedo por error o por joderlo y olvídese de irse pacíficamente de este mundo. La Sombra Negra se dedica, según «estatutos», a la limpieza social (expresado en panfletos regados en la ciudad de San Miguel a mediados de 1995), término que siempre ha sido laxo y que ha sido utilizado para referise a homosexuales, negros, mujeres, judíos, opositores políticos… en fin, gente que no es «como nosotros». Por cierto, la búsqueda de la uniformidad social es otra característica de las actitudes autoritarias. Por otro lado, los seres humanos tendemos a imitar. Un grupo fuera de la ley es la puerta abierta para que surjan más…también actuando bajo sus propios criterios en cuanto a objetivos y formas de exterminio.

El artículo de Cruz hace otra salvedad: puede que mucha gente pida firmeza, no autoritarismo. Ahí vamos. Pidamos firmeza, entonces. Y evitemos la deshumanización, en serio.

III. Iniciativas ciudadanas
La supervivencia de una organización ciudadana de carácter civil y no suscrita a institución política alguna es poco sostenible dado que en el país «gozamos» de un ambiente polarizado y entretejido. El tejido social de El Salvador apenas da para la organización, una actividad que, históricamente, se ha visto como subversiva y característica de revoltosos. Las relaciones interpersonales están fracturadas porque no hay un mínimo de confianza en el prójimo. ¿Cómo podría haberlo, si la persona que llega a tocar a mi casa pidiendo algún favor puede ser asalta-casas? ¿Si quien va a la par mía en el bus puede ser un asaltante que no dudaría en matarme si me opongo? El liderazgo político es una actitud estigmatizada desde la sociedad civil, con poco respaldo académico -sólo dos instituciones no-partidarias ofrecen formación en liderazgo político y el acceso a estos programas es muy restringido- y difícilmente hay alguien con la preparación y el ánimo de meterse a semejante huevo.

(U___________________u) ¿Manejo de ofensivas criminales = cuestión de  hombría?

El Internet es una plataforma para fortalecernos. Nos ha dado una oportunidad invaluable para desahogarnos, apoyarnos unos a otros y saber que no estamos solos. Que podemos unirnos por una causa común. Tenemos el medio de promover la organización civil, incluso desde un conveniente anonimato. El problema es que sólo 15% de la población tiene acceso a Internet en casa. Aparte de eso, no a todos los que tienen acceso les importa involucrarse tanto. Esto nos obliga a trascender el mundo en línea.

Toda iniciativa ciudadana, como dicen, «es buena», osease que tiene el potencial de generar un cambio para bien ya sea a corto, mediano o plazo. Pero tomemos la campaña de Don Ramón, que decía «yo no me dejo rentear [por las pandillas]». ¿Alguien que se sumó a la campaña podría decirnos si le ayudó a dejar de pagar renta (se vale decir que sí, preguntamos por curiosidad)? ¿Podría contarnos si le funcionó usar una camisa de don Ramón?…quien por cierto, se niega a pagar la renta de un *inmueble*, lo que lo convierte en inquilino irresponsable, no en víctima de las pandillas. Puede que esta sea una campaña de autoafirmación, pero entonces qué lástima gastar tantos recursos humanos y materiales en algo que al final no deja más resultados que el vacil.

Sin objetivos concretos y un seguimiento adecuado, las iniciativas surgidas en Internet se queman en cuestión de semanas, con suerte meses. Dar un click para unirse a una iniciativa ciudadana no es involucrarse en ella; un click no es vinculante. Van quedando sepultadas bajo nuevos tópicos, porque iniciativas surgidas de la emoción (digamos, el miedo, la rabia) corren el riesgo de ser inmediatistas. Con razón, claro, porque ya no aguantamos y queremos parar estas tragedias lo más pronto posible. Pero la emoción dura tanto como dura el pensamiento que la sostiene. Y si hablamos de pensamiento, como ya vimos, la retentiva del pueblo salvadoreño tiene que mejorarse.

Anexo: ¿Y entonces, qué hacemos?
A veces vivir en sociedad es como ver fútbol: todo el mundo sabe qué hacer y cómo organizar, todo el mundo es técnico. La verdad es que no es así. Hay cosas que como ciudadanía no nos corresponde resolver, pero esto tampoco debe ser entendido como cruzarnos de brazos. Ese emblema a-la-grinpis de «actuar localmente, pensar globalmente» tiene algo de verdad. Sin embargo es necesario recalcar que opinamos que ni la armamentización de la población civil, ni los grupos de «vigilancia vecinal», ni cualquier asociación que involucre revanchismos es adecuada en el delicadísimo marco en el que se desenvuelve el salvadoreño.

Desde nuestro pequeño búnker de ideas -jojo, tan plantoso-, se nos ocurren un par de propuestas, resultado de nuestra actividad neuronal. Las mismas están divididas en dos categorías, diferenciables entre sí porque la aplicación de la primera corresponde estrictamente al Estado y la segunda, a lo que nosotros, la marabunta, podemos y debemos hacer para manejar el pánico, para prevenir desde lo imprevenible y hacer esta calle nuestra algo un poco más vivible. Lo que enlistamos a continuación no es la Biblia ni la Política de Sartori, podría incluso no apegarse a los enfoques tradicionales, pero es lo que hay. Siéntase libre de agregar sus propias ideas.

*Desde la sociedad civil:
Ante tanta violencia, comenzamos a preguntarnos qué hacer. Las propuestas son más fáciles si se desglosan en pequeños pasos, visibles, medibles y alcanzables; de lo contrario, no vemos resultados y eso nos hunde aún más en la desesperanza. Es sumamente importante que comencemos a pensar desde lo que está y lo que no está en nuestras manos, y no desde la fantasía de que alguien más (o peor aún, nosotros mismos), sacará un un arma durante un asalto y matará «a quien se lo merece». Cierto, todos tenemos una responsabilidad social, y si podemos incidir en una situación para evitar daños, qué bien. Pero las más de las veces no es así.

1) Sea coherente: si está pidiendo paz, no esté apoyando matanzas de ningún tipo. Señale con su dedo índice, si quiere, pero recuerde que cada vez que hace eso, otros tres dedos de su propia mano señalan hacia usted. Parecería que un tweet o un status de facebook es inofensivo, y lo es, pero a la larga hay miles como ese y es un reflejo de lo que pensamos en colectivo. Esa forma de pensar es la que guiará nuestras acciones como nación. No queremos impunidad en crímenes de ningún tipo, pero tampoco es culerada querer evitar la Ley del Talión. La espiral de violencia que vive El Salvador, los crímenes que se cometen, los castigos que se piden, están fundamentados en el «ojo por ojo» y en que «el fin justifica los medios», y es precisamente por eso, como dice un artículo de El Faro, que cada acto de violencia que sufrimos es siempre el penúltimo.

2) No se meta de gallito: practique el autocuido. De nada le va a servir ser el valiente de la colonia que se opone a un asalto o quien vista la camisa de Don Ramón para decir que no se deja rentear, si eso va a llevar un ataúd a su casa. Cual frase de maitra, «lo material se hace».

Inaction is a weapon of mass destruction, chero.

Pero no quiere decir que no tenemos que hacer nada; sólo los muertos no hacen nada y nosotros seguimos de pie. Sabemos de mucha gente que el lunes tras el ataque en Mejicanos se quedó en casa, pero el punto del terror es ese, trastornar el día a día para someternos. Es difícil, aquel miedo pelón de salir a la calle y subirse a un bus pensando que en cualquier momento se sube un marero a prenderle fuego. Como poco o nada podemos hacer para evitar estas situaciones, tome un par de precauciones: siéntese siempre en el extremo que da al pasillo del bus, oculte sus audífonos; procure no cargar bolsas grandes y siéntese siempre tan próximo a la puerta de salida como le sea posible. Etecé. Recomiende.

3) No entre en pánico. En este país estamos en un constante torbellino de emociones negativas por lo que vivimos y vemos a otros vivir. Pero el pánico da pie a la acción desorganizada e inmediatista. Hay ciertos noticieros que prefieren apelar a los sentimientos al mostrar las noticias; es mínimo el trecho entre ponerle rostro a las víctimas y el morbo. Traigamos a colación la premisa del libro: «El Efecto del Afecto»: la esperanza, el miedo, la ansiedad, la ira…los afectos afectan la manera en que pensamos y actuamos políticamente.


La Pena de Muerte no es precisamente un ejemplo de la no-violencia de Gandhi.

Así como le recomendamos que no entre en pánico, tampoco ayude a propagarlo: el martes en la tarde el periódico digital La Página que de serio tiene lo que nosotras de herencia turca, difundió una nota sobre un supuesto secuestro a un autobús de la 201 (Santa Ana-San Salvador). Como respaldo incluían el testimonio de una señora que fue asaltada a bordo del mismo, pero logró escapar. Se relataba que el vehículo fue desviado hacia El Congo y que los pasajeros permanecían retenidos a bordo. Radio 102Nueve la dio por cierta y rodó por todo Twitter, sólo para detenerse cuando los empresarios de transporte interdepartamental de Santa Ana dijeron que todas sus unidades estaban reportadas y sin incidentes. No dé por ciertas cosas que no le consten, papá.

4) Hable con sus vecinos, aunque sea carburo. Salúdelos si aún no lo hace. Usted es responsable de un pedacito de tejido social y la organización comunitaria comienza con la comunicación. El miedo, la desconfianza y el «sálvese quien pueda» no nos permite tener la fortaleza colectiva que necesitamos. Usted sabrá si le conviene hablarle o no a sus vecinos (quien quita que alguno sea pandillero)…pero dése a la tarea, una vez que haya ido a la PDDH y a Mariona, de construir una red social de la cual eventualmente echar mano. Usted sea parte de otras.

5) Lea, homb’e. No tiene que sacar estudios en ciencias sociales para saber estas cosas. Lea la historia de su país. Lea fuentes oficiales y alternativas, formales e informales. Pregunte, hable con la gente de todas las ideologías; escuche sus opiniones, aunque no le parezcan las más acertadas. Cuestiónelas y déjese cuestionar. Cuide lo que dice, cuide cómo piensa.

¿A quién? ¿Por qué medio? ¿Tienen buzón de sugerencias?

Fundamental: sepa qué le corresponde a qué instancias, porque a la hora de proponer y exigir acciones, debemos ser explícitos: qué queremos y quién tiene que ejecutarlo. «Quiero que el gobierno pare la violencia» en realidad es una frase bastante vaga.

No se enoje cuando lo manden a leer. Créanos, a nosotras nos mandaron a leer y damos fé de lo útil que es: expresar una opinión y elaborar un argumento no son lo mismo, vieja. La opinión viene del criterio propio, de irse de hocico; la argumentación proviene de la elaboración conceptual de un criterio. No-es-lo-mismo. Si usted difiere, si cree que matar mareros es la solución, si cree que el Todopoderoso ejército va a traer paz, prosperidad y sesenta y nueve vírgenes a su vida, juegue, pero sépalo defender.

Y hasta aquí nuestra crónica de hoy.

15 comentarios sobre “De la reflexión en tiempos irreflexivos.

  1. El lunes yo casi que «apagué» el twitter porque habia un bombardeo de incitación a la violencia que daba miedo. Exigir que maten a todos los mareros no arregla nada…y mandar 200 tweets diciendo que el presi es un incapaz tampoco.

    Textos como éste ayudan mejor a pensar y a tranquilizar al pueblo. Buen aporte bichas.

  2. definitivamente, el flujo de pensamiento salvadoreño esta en lo mejor de vulnerabilidad, el momento que el panico nos va a ganar es cuando digamos: si, voy a matar a la fuente del miedo.

    Siempre he pensdo que existe una diferencia entre la vida y la muerte. La muerte es sin esfuerzo, sin lucha, sin espiritu, es el momento que nos hace menos humanos. la causemos o nos ocurra.
    La vida, por el contrario, es enogorrosa, cruda, injusta, aleatorea, molesta y dificil, pero es un logro. En otras palabras, el buscar como proactivamente hacer este pais vivible es un logro mas importante, que estar pendiente como exterminar lo que creo yo lo hace feo.

    Papá, mirate al espejo, no es que seas Brad Pitt.

  3. esta muy interesante este reportaje !!…….y la verdad todo es cierto lo k dicen uds,,!..el resto depende de nosotros los salvadoreños..

  4. Muy bueno el artículo, EN MI opinión si pienso que sería bueno la pena de muerte o incluso hasta una sombra negra, se que esto es violencia así como la quema del bus. La única diferencia es que yo aplico mi propia ley de «No me jodas y no te joderé» …. yo creo que pensar en que los mareros tienen su derecho a que no los maten es un poco bobo, porque si eso es cierto entonces «donde esta mi derecho a vivir tranquilo, donde esta mi derecho a que no me estén chingando la vida, así como yo no se las chingo a los demás» …. solo es mi opinión.

  5. Dsiculpenme la palabra, Puta que vergon esta este articulo. ya dejando de lados las reacciones inmediatas y euforicas de poder AL FIN leer algo coherente, debo decir que es importantisimo leer algo tan complejo, bien argumentado, y con el enfasis en la no violencia pero la incitacion en la accion ciudadana como deberia de ser, ¿Porque? En las redes sociales como Facebook, por ejemplo, se han creado una serie de grupos que apoyan la violencia como forma de defensa. Asi no llegamos a nada, seria un circulo vicioso inalcanzable e insoluble.
    Una vez el filososfo Friedrich Nietzche dijo: «Quienquiera que luche con monstruos debería asegurarse de que en el proceso no se convierta él mismo en un monstruo»
    No hay frase más completa para lo que estamos pasando.
    Felicitaciones y espero que siagan escribiendo asi.

  6. No sé si es porque me impresionó bastante el post, o porque me tomé una taza de café cargado de 10 onzas; el hecho es que no pude dormir bien y lo que se me ocurrió fue comentar el artículo que ya había leído ayer, y que volví a leer hoy.

    Supongo que en parte me pareció el artículo ya que sólamente hay que cambiar los lugares «El Salvador» por «Guatemala» y «Gral. Martínez» por «Gral. Ubico», y estarían describiendo el panorama de mi país. Yo digo que al estilo Alcohólicos Anónimos; el primer paso es aceptar, no que nuestros países tienen problemas (el que no lo vea, sufre de cegera social), sino que «Hemos fallado como sociedad» y por ello, cada institución, ley, o iniciativa, está condenada al fracaso, si seguimos con lo haciendo las cosas igual -nuevas estrategias, mismos planes diría Nacho Vegas-

    Si seguimos con la cantaleta de: «Los gobiernos tienen la culpa», «Los mareros son los que arruinan esta sociedad», «Es que el capitalismo aquí, el capitalismo allá»; en resumen «ES QUE LA GENTE TIENE LA CULPA», Nunca vamos a llegar a ningún lugar. Y es decepcionante, ya que nos estancamos en el tiempo, ni para atrás, ni hacia adeante, ni arriba, ni abajo.

    Me parecen interesantes y válidos tus argumentos y los apoyo. Sobre todo eso de hacer lo que nos corresponde, eso es justicia. No hay que confundir Justicia con Venganza. El país es algo así como un barco de remos, es como un matrimonio: No avanza si no avanzan todos. Y el punto clave: Edúquese e Instrúyase, así no le dan atol con el dedo!

    Dejémonos de actitudes Rapunzelescas, nadie viene a salvarnos. Nos hemos ido al caño por nuestro propio pie (aunque algunos también nos han dado ciertos empujones eh!) y tenemos que salir trepando como podamos.

    Hace falta encauzar nuestro valor y trabajo. Valor no es tomar una pasamontaña, un machete y un palo y salir a trancasear a cuanto sospechoso veamos. Valor es creer en la verdad, defenderla, es respeto, es constrancia y sacrificio a favor de el desarrollo integral. Trabajo no es bajar la cabeza como bueyes y dejar que nos exploten «porque así sufrimos los del pueblo»-eso es comodidad-. Trabajo es valorar lo que hacemos, lo que sabemos, lo que valemos. Y no solo valorarnos a nosotros mismos, que es lo más fácil, es valorar a los demás. Las ideas son ideas son importantes, los actos necesarios.

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