En el video de la cámara de vigilancia apenas se logra ver a una señora embarazada saliendo del carro con un bulto. Una niña se baja con ella. Está lloviendo y es una noche fría. Dejan el bulto contra el portón, a la intemperie. Vuelven al carro a toda prisa y se van. Supongo que en ese momento yo estaba durmiendo o lamentando el sinfín de páginas que irremediablemente estoy dejando en blanco. En ese momento ignoraba que en los próximos días me vería con una pequeña situación entre mis manos:
El bulto de la señora embarazada era un recipiente de plástico, de esos para pasteles, que contenía cinco gatitos plagados de pulgas y recién paridos, con el cordón umbilical colgando. Era para preguntarse cómo habría dejado a la madre. Los hallaron al día siguiente, 12 horas después, y dos sobrevivieron. Un número optimista, considerando las circunstancias. Podría hablar de la señora embarazada (y tanta gente como ella) y lo que le inculcó a su hija esa noche, pero vamos a lo urgente:
Ya tenía puntos de experiencia en crianza, y resultó que un gato recién nacido no es diferente a un perro recién nacido. Pero se desarrolla con más rapidez, Tutatis sea loado por ello.
Marla Teodora y Macareno, en apariencia, no registraron que la bola de pelos en una caja llena de mantas era uno de los suyos. Marla Teodora alternaba entre su exquisita indiferencia y su territorialidad quasipandilleril (pero no se engañe, bajo todo ello hay una gata que da abracitos). Macareno, con su perenne espíritu de chero, estableció lazos diplomáticos desde el comienzo:
Un hito que hace que trasnochar valga la pena es cuando se abren los ojos. Aunque en el proceso pasen días con cara de modorra. Pero, hay que decirlo, nunca, nunca, nunca fuerce los ojitos para abrirlos más rápido. Nunca.
Y luego viene aprender a caminar:
Y cuando ya no puede confundirse con una rata:
Ahora venía la pregunta de cómo una humana le enseña a una gatita a usar una caja de arena. Le llevó varios días aprender la ciencia de deponer, días en los que yo llegaba con una palita a cubrir el producto de su esfuerzo frente a ella, orando por la materialización del imprinting. Los esfuerzos rindieron sus frutos y con creces, al punto que avisaba cuando era hora de ir.
Lucille Tres siguió creciendo, hasta llegar a una edad tolerable para Marla Teodora.
Eventualmente Lucille Tres estuvo lista para adopción. Por fortuna, el día antes de encontrar a los gatitos, un amigo dijo que estaba pensando en tener un gato. Y así, algunos meses después de su turbulento inicio en este mundo, Lucille Tres llegó a su nuevo hogar. La última vez que la vi, había adquirido gran habilidad para escalar hasta el hombro de su humano y encasquetarse ahí cual periquito.
Hace algunos días me encontré otro gato. En verdad os digo, yo pasando iba. Esa es otra historia.
[Pero no sólo paso cuidando animalitos, tengo trabajo que hacer].
Macareno es un amor!!!
Awwwww Lucille Tres, ahora conocida como Fa. Que belleza de historia :3 :’)
Sos un amor Ligia María…
Como amante de los gatos, este post es un tesoro pictórico.
Qué terrible lo de la señora, aunque te diré que habiendo humanos que hacen eso a otros humanos, que los haya dejado en una casa y no los haya simplemente botado al menos dice que algo de corazón tiene.
Awwwwwww. :’)
Qué bonito post y qué bonito que estuviste ahí para salvarlo, cuidarlo y criarlo. :’)