Territorios.

Días antes del homicidio, Campos había recibido una golpiza y amenazas de parte de soldados de la Fuerza Armada. Los soldados realizan tareas de seguridad pública desde 2009, año en que asumió el primer gobierno de izquierda, de Mauricio Funes.

La razón de esa amenaza fue un gol en un partido de fútbol.

“Mi hijo estaba amenazado por los soldados (de la Fuerza Armada). Donde nosotros vivimos es (dominado por el Barrio) 18 y esos soldados amparan más a los mareros MS (del sector)”, explicó el padre.

“Entonces el cipote (muchacho) jugó contra un equipo donde ellos (soldados) están cuidando la gente y les metió un gol”, dijo el hombre de unos 50 años.

El padre relató que “un soldado lo agarró y le pegaron, le dieron duro, todo morado le dejaron el pecho. Le dijeron que la otra vez que lo hallaran lo iban a matar, lo iban a hacer pedazos porque le había metido un gol al equipo que ellos cuidaban”.

La policía tampoco ha confirmado la hipótesis del gol ni la de la amenaza por parte de los soldados. Sin embargo, no es una acusación rara.

El 74% de las denuncias por abusos ante la Procuraduría de derechos humanos en 2015 fue contra la Policía y la Fuerza Armada. Un año antes, esa cifra solo había representado el 40%.

Varios periódicos y exfuncionarios han denunciado casos de ejecuciones extrajudiciales, como las masacres de San Blas o Panchimalco, pero la respuesta institucional a estas acusaciones ha sido prácticamente nula.

Y el gobierno intenta quitarle peso a los dramáticos números argumentando que la mayoría de víctimas pertenecen a pandillas, una versión que sin embargo ha sido desmentida.

Morir por un gol y otras historias para entender los 1,380 asesinatos en dos meses en El Salvador.

En el breve lapso de empezar a armar el post, seguía la noticia «Masacran a empleados de empresa de energía en San Juan Opico». Cada vez que volvía a la noticia aumentaba el número de víctimas encontradas.

Cítole a LaVirginia:

Una persona comentó en la entrada anterior que un muchacho desapareció en el sector donde vive. Ante esto, la gente comenzó a especular, «asaber en qué andaba metido» (no «andaba metido» en nada…¿pero y si ese fuese el caso -con todo lo vago del argumento-, entonces estaría bien que lo hayan desaparecido?). Nada como pasarse llevando a los compatriotas con tal de engañarse un poquito, con tal de fingirse una «persona correcta» y creer que las cosas les pasan solo a a quienes se las merecen.

En cualquier caso, ya van quedando pocos territorios en el país donde esa creencia puede sostenerse. En algunos lugares se sostiene a fuerza de muros y seguridad privada, y para esa gracia, «una sociedad de muros siempre va a necesitar engendrar monstruos del lado de fuera para seguir justificando sus privilegios y mantenerlos intactos». Pero todavía se pasa de largo la importancia del trabajo en los espacios sociofísicos y en otras tantas dimensiones que componen este problema. Quién hubiera pensado que las medidas represivas serían inefectivas para disminuir la violencia en el país, va.