En el vuelo de regreso a El Salvador oí a un hombre hablar de sus tiempos de busero. Uno de busero tiene novias en todas las paradas, y sus hijos no cabían en el avión. Otra señora se puso a rezar en voz alta mientras daban las instrucciones en caso de emergencia.
«Bienvenido, hermano lejano».
Sí, lo que sea.